Texto publicado en el catálogo de Mercado de Arte
Germinación Cruzada
Género, territorio y producción en el arte contemporáneo
editado por Demián Orosz
Germinación Cruzada
Género, territorio y producción en el arte contemporáneo
editado por Demián Orosz
Carne e imagen
Y, o, también
Mamíferas con cotillón en un océano de purpurina política
Mamíferas con cotillón en un océano de purpurina política
Inmensidades y Eugenia González Mussano
La
conciencia del cuerpo, múltiple y sexuado, fue anulada en la educación
institucional y en los discursos dominantes. Así creamos al individuo poseedor
de una identidad única y de un saber “verdadero” sobre sí mismo. El comienzo de
toda fragmentación.
Rastreo en
mi infancia y no recuerdo que me hayan dado herramientas para acercarme y
entender mi cuerpo. Sí recuerdo masturbarme con uno oso celeste de mi tamaño,
el tamaño de una niña de seis años. Sentía como si alguien me mirara juzgándome,
mientras construía mi moral avergonzándome de mí misma. Aquel territorio
político lo construía sin entender que está siempre expuesto a fuerzas que lo
atraviesan, lo reprimen, lo exaltan, lo esclavizan y lo excitan.
En la
escuela secundaria, una escuela no mixta y católica de mi ciudad natal, lo más
cercano a una idea de cuerpo fueron las clases de educación física. Ese era un
tiempo de relleno curricular ligado a una visión sexista del deporte, la
gimnasia y la competencia.
Para ese
entonces, a mis 14 años, tomaba hormonas femeninas en píldoras anticonceptivas,
aunque no tenía relaciones sexuales. Las tomaba con el consentimiento de la
medicina y de mis padres como cura para un patrón de distribución de mi vello
corporal, que no encajaba para lo que se entendía como propio de una mujer.
En mi paso
por la Universidad Nacional de Córdoba, estudiando Artes Visuales, tampoco me
hablaron del cuerpo. Aunque dibujamos desnudos desde el primer día, no veíamos estos
cuerpos como carne, huesos y fluidos. Eran figuras humanas: imagen y
representación. Un varón con la figura de un ángel romano, flaco, ruludo y
esbelto y una mujer llena de curvas con tetas grandes, fueron las imágenes que
representé durante todo el cursado. Nuestros cuerpos dibujantes tampoco eran
cuerpos, no importaba nuestra postura, ni la sensorialidad de nuestras manos,
ni los cuellos doblados o las noches sin dormir para las entregas. Éramos
cuerpos productivos, cuerpos que trabajan.
Más acá en
el tiempo, ya en mi vida profesional, en medio de un montaje en el Museo Genaro
Pérez:
La
muestra que curo, “Lo que se hace por amor”, empieza a tomar forma. Eso me
alegra y me tranquiliza. A la mañana me había tomado un combo de diclofenaco y
paracetamol, las vértebras de mi columna me pasan factura, pero no las puedo
escuchar, hay que trabajar. Mi sensación corporal acentúa una percepción
extrañamente lenta del entorno. Salgo a comprar cinta de papel para pegar las
más de 500 hojas que nombran a todxs lxs artistas de la colección del museo
municipal, en ellas se lee la diferencia entre varones y mujeres en una
institución artística. A la vuelta, cruzando la avenida General Paz en
dirección al museo con la cinta en la mano, veo a una chica con auriculares.
Las dos estamos esperando, junto a una bandada de personas, que el semáforo dé
rojo para cruzar. La miro mejor y un hombre está girado con todo su cuerpo
hacia ella, observándola muy de cerca, demasiado. La miro de nuevo y la noto
incomoda. Me acerco y le hablo. Ella tiene auriculares, no me escucha y yo
insisto: ¿Estás bien? ¿Necesitas algo? Me mira, me reconoce aliada y se acerca
con desesperación hacia mí. Me agarra el brazo, me lo apretuja —Todavía hoy
siento ese gesto—. Cruzamos la calle de la mano. No hay más palabras que esas,
una mirada al despedirnos y cada una se va por su lado, momentáneamente a
salvo.
Nos rozamos sin percibirnos, nos clasificamos sin
olernos, caminamos sin conocer nuestra mecánica, usamos sin saber que otrxs lo
hicieron, desechamos como si no hubiera tiempo, pensamos como si fuéramos
libres, deseamos con un poder que nos pertenece. Los cuerpos sobreviven
diseccionados en trozos y montados en un guion social ¿Un cuerpo que no trabaja
es un cuerpo que existe? ¿Para quiénes son las posibilidades? ¿De quién es la
suerte? ¿A quién o a qué sirvo ignorando mi cuerpo? ¿De quién soy sierva si me
defino mujer? ¿Qué le dicen mis rasgos a lxs otrxs? ¿Qué color de piel tengo,
qué nariz, qué contextura, qué peso? ¿Qué dice eso de mí? ¿Cómo me posicionan
los rasgos que no elegí? ¿Qué sí puedo elegir?
¿Dónde
están hoy los cuerpos? Los cuerpos están en el trabajo, en el esfuerzo, en la
vuelta a casa cansados, en no salir de casa, en la ropa ajustada, en los
pulmones con humo, en los alimentos envenenados, en el sexo por WhatsApp, en
las manos con uñas comidas, en las vértebras aplastadas. Los cuerpos están en
la división de género y en la división de clase. La liberación de los cuerpos
es la liberación del tiempo de trabajo, de las sexualidades y de las
identidades. Identidades atravesadas por codificaciones estables que no nos pertenecen.
La rebelión de los cuerpos está en su potencialidad de sentir, en crear una
sensorialidad para el goce multi orgiástico, pero también en recuperar la
imaginación. ¿Podemos imaginar y encarnar a un cuerpo multigénero,
multisexuado, multiplicado?
El territorio
corporal es la carnada de la identidad. El cuerpo es una fuerza indescifrable,
reprimida y capturada. En el cuerpo nos develamos como humanos construidos a la
imagen y semejanza de lxs otrxs. El individuo y el colectivo se fracturan, se
desmiembran.
Somos producto de una tecnología líquida de división
de nuestra carne, en órganos capaces de producir o reproducir una sexualidad
codificada, cualquier divergencia en forma, tamaño y cantidad es considerada
monstruosa.
Descuartizar
Nariz
E: Tenés
un perfil greco romano como el de la Venus de Milo, me repetía mi madre. El
perfil acentuaba nuestra ascendencia italiana. Nos sentíamos representantes
latinoamericanas del canon por excelencia. En 1924, año de llegada de mis
antepasados a Argentina, en el Chaco, lugar donde se establecieron, un grupo de
estancieros y policías asesinaron a unos 200 nativos Tobas y Mocovíes de la
colonia Napalpí. En los días siguientes se exhibieron penes y orejas mutiladas
en la comisaría de Quitilipi. Ese descuartizamiento le abría territorio a los
nuevos habitantes.
Con el tiempo a causa de observarme y observarme, noté
que es mentira, que mi perfil no es el de la Venus de Milo, tengo más bien una
nariz grande, chata y mestiza.
I: Nací en el Partido de La Matanza, irónicamente, por un
genocidio que aniquiló sistemáticamente a una gran parte de la población de
Armenia. Mi bisabuelo fue decapitado mientras daba una clase de historia, bajo
la premisa de que la memoria no debe transformarse en conocimiento, ni las identidades en válidas. Mi bisabuela fue arrojada
al río al norte de Siria junto a su hermana, pero para desgracia ajena, la
corriente no las llevo a destino.
Soy bisnieta de una sobreviviente.
Atravesó un continente ocultando
su identidad y trajo consigo hasta el sudoeste del mundo a sus dos hijxs.
Heredé sus rasgos, tengo una nariz hexagonal del devenir
bisabuela-abuela-madre-hija. Llevo en mis rasgos un mestizaje inentendible,
llevo en sangre mucha muerte.
¿Cuál es mi herencia? Ser o hacer
lo que no se esperaba de una, la herejía evolucionada de las sobrevivientes.
Boca
E: Mi
boca es un agujero negro y jugoso que esconde el músculo ancho de mi lengua.
Hay quienes tienen lengua geográfica con una especial sensibilidad para
detectar todo lo que las roza. Hay también, quienes la saben chupar y quienes
hablan muchas lenguas. Ninguno de esos es mi caso, aunque quisieron que fuera
políglota, solo lamo helados y algunas pieles. Me enseñaron a no hacer ruido al
comer, a no eructar y también a sonreír aunque se me atore el sinsentido en la
garganta, como palabras secas.
I: Los
banquetes se disfrutan primero por la boca, puede ser comida, puede ser un
cuerpo ajeno, puede ser la repetición de la poesía o puede ser un dispositivo
plástico de extensión cyborg-genital, en cualquiera de los casos mi lengua
expande sus papilas deseantes de sabor y piden más insaciablemente. No me
conformo, deseo sin límites en un mundo como este, donde el desborde está tan
mal visto. Escupo, lamo, saboreo, grito, trago. Soy gorda, soy puta y mi
presencia incomoda hasta en el mundo del arte. No por enunciación se habita una
identidad: lo que vive un cuerpo, lo que saborea una boca no es igualable, ni
comparable pero las palabras crean bancos de significados materiales en la
realidad palpable y mi boca elije qué palabras repite. Decir que desaprender lo
patriarcal del lenguaje me tomó tres años no es negar que llenarlo de nuevos
significados me tome toda una vida.
Esta boca habla por lo transitado haciendo un
escándalo de la existencia.
Dientes
E: En mi
boca habitan dientes pequeños, dientes de leche y diastemas. Las piezas óseas
hechas para nutrir y para matar, están dispuestas en mí boca con un espacio que
deja pasar la hierba, como en los animales herbívoros: el conejo y la vaca.
Mis caninos son de leche, no están bien desarrollados.
Estos colmillos provisorios se escurren de lo permanente, tanto como del ser
vampira o desgarrar la presa. Muerdo pero no mato, no me adiestraron para la
guerra, en cambio me hablaron de los contratos de belleza y de la necesidad de
estar a dieta.
I: En mi
boca habitan caries y sus arreglos no llegan porque yo no soy funcional al
sistema. Tengo caries sosteniendo mis placeres, hechas parte de mí, masticando
tantos sabores sin lavarse la boca y lamiendo tantos fluidos de experimentación
sexuada que acidifica mis molares. Cuando encuentren mi cuerpo, la rotura de
mis dientes hablará de la rotura de mis placeres. Comentarán: no está bien,
habitarse tan hereje, procrastinar
tanto ni sostener la degradación a través de los días. Los dientes no están
hechos para abrir cervezas, ni la vida para el exceso y la carencia. La
torcedura de mis dientes se siente como la comodidad de estar en casa y esta
sensación, de mi boca hecha un hogar, burla al higienismo pero subraya la
precarización del arte.
Estoy rota porque explotarme tiene sus consecuencias.
Parecía que había que llegar viva a la muerte, ahora solo creo que tengo que
hacerla temblar al recibirme.
Tetas
E: Tengo
dos tetas medianas de aureolas rojizas y borde peludo, de pezón pequeño y poco
formado, blancas y dispersas. Dos armas diseñadas para obedecer, alimentar y
excitar al sexo opuesto. En mi infancia se desarrollaron demasiado pronto, las
sentía enormes al igual que mi cuerpo grotesco de brazos torpes. En mi
adolescencia eran chicas para los corpiños con arcos. Sobreviví en la jungla de
la programación por género, a causa del push up y del relleno.
I: Elijo
mi devenir performático.
Sábado 9 de Junio de 2010 - 3 AM, una marica atraviesa
mi pezón izquierdo con una aguja de 5mm mientras aprieto fuerte la mano de una
gorda hermosa parada a mi izquierda. Respiro. Dicen que los cuerpos asignados
biológicamente a ser mujer pueden
soportar más dolor. Yo disfruto del dolor infringido, elegido. Un aro de
titanio encastra con el catéter y mientras este se desliza hacia la derecha, el
aro entra a mi pezón por la izquierda. Me late el pecho. Me derrito en la silla
del cuarto en el que estoy sentada, con una sensación parecida al orgasmo.
Estoy aquí construyendo un cuerpo, es decir, un territorio de batalla.
Martes 23 de Diciembre de 2015, 12 PM. Me tomo el
colectivo 620 hacia el km 32 de Ruta 3, Partido de La Matanza. Me encuentro con
una amiga en una plaza, ella es la elegida para acompañarme en este rito. Un
machete de 5cm queda grabado en mi pecho para la eternidad. Agujas hacen
pequeños cortes en mi piel donde, al mismo tiempo, se inserta tinta vegetal. Un
machete es una herramienta para abrir camino en la selva, su propio peso genera
la armonía que permite el desplazamiento.
Armarse para la batalla es proporcional a comenzar la
fiesta del cuerpo.
Vello
E: El
vello no es belleza si naciste mujer en este programa cultural. Se nos piden
pieles tersas como bebés: ingenuas y sin curtir. Si querés que te deseen,
adquirí una conchita sin pelos, representada en el primer plano de todo porno
heteronormado. Si sos peluda, tenés la depilación, una máquina de tortura
instituida. Vello no deseado: pierna completa, cavado, tira de cola, glúteos,
axilas, brazos, bozo, patilla, barbilla, cejas, panza y pezones.
I: Elijo
depilarme las piernas y el bozo pero
dejo largos los pelos de mis axilas y mi vagina. Me gusta experimentar la
feminidad como un megamix pirómano. Soy un collage, me componen imágenes,
películas, libros, estéticas, accesorios, colores, texturas, armas, olores,
rouges berretas, sabores. Soy extremos y matices, rudeza y suavidad.
Entre una lista de enumeraciones de transformaciones
corporales que la Agrado, una travesti mega-regia en la película Todo sobre mi madre, realizó en su
cuerpo dijo “una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí
misma”. El público llora y aplaude, yo también.
Agradezco a las travas, las travestis, las
mujeres/chicas/pibas trans por todas sus enseñanzas en la construcción de la
feminidad.
Grasa
E: Mi cuerpo es el mensaje. Hoy soy 70
kilos de peso, el grado máximo de grasa que he cargado. Mido 1,70 m de altura.
Mi índice de masa corporal es de 24,2. Los parámetros de normalidad están entre
18,5 y 24,9. Estoy casi al límite de la normalidad para el
sistema de salud.
I: Mi cuerpo desborda grasa. Ella se
deposita principalmente en panza, piernas y brazos. Con este cuerpo lleno de
grasa realizo el acto de vivir: comer, besar, cagar, bailar, hablar, coger,
cantar, pensar, gozar, construir, destruir, amar, odiar.
El índice
de masa corporal (IMC) es un concepto creado al servicio de que la idea de un
cuerpo “normal” es aquel que tiene una altura y un peso adecuado para resistir
el trabajo en la fábrica, es decir, tener un cuerpo apto para explotarse de la
mejor manera.
Mi cuerpo
es eyectado del presente como un común diario, no puedo vivir este cuerpo sino
en el proyecto de lo que mi cuerpo debería ser. Si el capitalismo quisiera, con
mi grasa “sobrante” haría jabones, pero en este caso, decide oprimir a otras
mamíferas con menos suerte.
Mi cuerpo
no es un potencial sino es un ahora.
Ano
E: El ano al igual que la lengua es un músculo, que como tal
puede ejercitarse.
Ejercitar la flexibilidad, la diversidad y la equidad.
Propongo un Programa de Gimnasia Anal para esta sociedad. Si te gusta que te
metan el dedo en el orto, sos puto, o si te gusta mucho que te la den por el
culo, sos puta. Soy puta. Soy puto.
El ano, aquel extremo opuesto de la ruta digestiva, la
membrana sucia, la porquería. Lo inmundo, bien del mundo. Un culo lubricado es
un culo ubicado.
I: El
tabú por lo acabado, el fin de un recorrido, la negación, lo escatológico, el
cambio. Celebro el amor, celebro la fiesta, celebro la muerte, el ano. Soy un
cuerpo.
CUERPO.
BOCA. DIENTES. CARIES. DOLOR. SALIVA. PRECARIEDAD. FEMINISMO. CANSANCIO.
HETEROSEXUALIDAD. HOMOSEXUALIDAD. BISEXUALIDAD. MULTISEXUALIDAD. BESAR. AMAR.
SENTIR. ESTÓMAGO. PANZA. NERVIOS. ANSIEDAD. ENCUENTROS. PIEL. DESENCUENTROS.
GOLPES. CUERDAS. ASFIXIA. APLASTAMIENTO. VULNERABILIDAD. PODER. CONTROL. TACTO.
SALIVA. MORDER. ACABAR. ABUSO. MIS AMIGAS LESBIANAS. MIS AMIGXS BISEXUALES. MIS
AMIGAS TRAVAS. MIS AMIGAS TRANS. MIS AMIGAS MARICAS. MIS AMIGAS CIS. MIS AMIGOS
TRANS. CUIDADO. SOLEDAD. ENFERMEDAD. SALUD PÚBLICA. MANIPULACIÓN. INTENCIÓN.
IRA. ENOJO. AMOR. LENGUA. CUERDAS VOCALES. LAMER. COMUNICAR. DIÁLOGO.
DISCUSIÓN. LÍMITES. INTESTINO. PULMÓN. RAPEAR. ARTE. VOMITAR. RESPIRAR. AIRE.
MOVIMIENTO. PIERNAS. BRAZOS. VIOLENCIA. HISTORIA. DEDOS. FLEXIBILIDAD.
ARTICULACIONES. PERFORMATIVIDAD. OJOS. INCOMODAR. ESTÉTICA. PROTECCIÓN.
PRIVILEGIO. CAPITALISMO. MANOS. DEDOS. PIES. NEOLIBERALISMO MAGRO. OÍDOS.
MOCOS. FLUIDOS. DESBORDE. TACTO. GENITALIDAD. MASTURBACIÓN. LATEX. PIERCINGS.
LENGUA. DILDOS. BIFURCACIONES. TATUAJES. DESEOS. TERRITORIOS. AFECTOS. HIGIENE.
CARENCIA. INTENCIÓN. DESTRUCCIÓN. SUCIEDAD. ESCUPIR. SOLTAR. CONSTRUIR. VOLVER
A TRAGAR.